martes, 8 de junio de 2010

Definición:
La definición más comúnmente usada proviene de UNICEF y distingue dos grupos:
-Niños en la calle: son aquellos que pasan la mayor parte del tiempo la calle, pero que tienen algún tipo de soporto familiar y vuelven a su casa por la noche.
-Niños de la calle: pasan el día y la noche en la calle y están funcionalmente sin soporte familiar

Cuando hablamos de niños de la calle, nos referimos a niños de una enorme variedad de circunstancias y características que resultan difícilmente catalogables para los servicios sociales o asesores políticos. De cualquier modo, son niños y niñas de todas las edades que viven y trabajan en espacios públicos, y son visibles en la gran mayoría de los centros urbanos de todo el mundo

"La definición de niños de la calle está aún en discusión, pero muchos de los responsables de la redacción de políticas para la UNICEF utilizan este concepto para referirse a menores de 18 años para los que "la calle" -incluyendo bajo este término inmuebles abandonados y descampados- se ha convertido en un hogar y en su medio de vida, y que se encuentran en un estado de desamparo e indefensión.(Black, 1993)"

martes, 1 de junio de 2010



"Quiero vivir": un impactante documental que se estrenará muy pronto en nuestro país
El drama de "los niños de la calle"
Con "Quiero vivir", documental que se estrenará proximamente en Montevideo, la cineasta francesa Muriel Brener da la palabra a los niños de la calle en una obra-testimonio conmovedora que evita todos los arquetipos de la miseria.


El hecho de filmar en Bolivia "fue una mezcla de azar y de elección", dijo la cineasta. "Quise tender un puente entre algo tan lejano y tan próximo. Bolivia me permitía hablar de un tema que concierne al mundo entero. Hay niños que viven en la calle en todas partes, no sólo en los países pobres, sino también en los ricos, como en Estados Unidos y en Francia", declaró a la AFP a la directora, cuando estrenó de su película en Francia. "Y hay muchos prejuicios al respecto. Se habla de 'los niños de la calle' como una entidad, y no son una entidad. Cada uno de ellos es una persona", agregó. Brener cumplió su objetivo: en Quiero vivir, los jóvenes acogidos en una residencia de la ONG Enda en El Alto nos hablan ellos mismos, de su lucha, de sus sentimientos, de sus esperanzas. Su relación con la música y sus códigos vestimentarios remiten a los de los jóvenes de cualquier barriada del mundo. El abandono de los padres, la miseria, la droga, la violación y la prostitución forman parte de su historia, pero en medio de ello cada uno teje un mundo de relaciones afectivas y construye sus esperanzas. No son "los niños de la calle", son Hugo, Delia, Vania, Juan Javier... jóvenes aimaras de El Alto, que nos cuentan su vida. Muriel Brener abandonó una carrera de actriz de teatro y cine para dedicarse a "atestiguar" a través de la realización de documentales. La directora explica esa opción por un "compromiso humano" personal: "Los caminos de la vida son difíciles de explicar. Sin duda tiene que ver con mis orígenes. Mi familia es judía de origen polaco, y durante el nazismo, todos mis parientes salvo mi madre fueron deportados". "Siempre quise atestiguar, y buscaba la manera de hacerlo. Mi oficio de actriz no me satisfacía suficientemente. Uno depende del azar de las propuestas de trabajo. No reniego de esos años, es una profesión formidable, pero siempre me sentía participando en proyectos que para mí no tenían sentido suficiente. Así que finalmente opté por hacer documentales, para servir de transmisión de la palabra de los otros", dijo. El hecho de filmar en Bolivia "fue una mezcla de azar y de elección". "Trabajaba en otro proyecto cuando tomé contacto con la ONG Enda. Los miembros de la organización que trabajan con Bolivia me hablaron de su proyecto", y decidí viajar allí." Brener volverá a Bolivia a fines de año para mostrarle la película a los jóvenes con quienes filmó, y con los que se mantiene en contacto. "Ahora espero encontrar una Bolivia diferente. Aunque las cosas no pueden cambiar tan rápidamente, pienso que la gente puede avanzar cuando tiene esperanzas", dijo, recordando que "en el primer viaje a El Alto, encontré a la gente hundida en una tristeza y una sumisión horrible, algo que daba vértigo. Estuve a punto de no hacer la película. Me decía '¿qué puedo aportarles yo y para qué puede servir esto?' Fueron ellos, los jóvenes, los que me alentaron a hacerla", recordó la directora. "Pero en el segundo viaje, en febrero y marzo de 2003, había ya las primeras manifestaciones. Era muy impresionante ver esa gente que cada día que luchaban ponían su vida en peligro. Era impresionante ver la energía de vida y de voluntad que eso aporta"